Después del confinamiento, la reanudación de la actividad física, aún que más difícil, es imprescindible para las personas mayores.

El confinamiento salvo muchas vidas pero ha tenido también graves consecuencias para la salud tanto física como psíquica de la población en general y sobre todo y con un mayor impacto para los ancianos.
Los expertos señalan que las personas mayores necesitan especialmente practicar ejercicio físico moderado para poder mantener su tono muscular o incluso el equilibrio.
También se ha detectado que la reducción drástica de actividad física debido al confinamiento, además de provocar atrofia muscular, desencadena una aceleración notable del proceso de envejecimiento.
Otra consecuencia del confinamiento ha sido la privación de sol que ocasiona insuficiencias de vitaminas D.
Al debilitamiento físico se añade un empeoramiento cognitivo debido al impacto psicológico que ha supuesto el confinamiento.
El miedo a contraer la enfermedad, la ruptura abrupta de las rutinas, la constante información sobre el virus en los medios de comunicación y la incertidumbre respecto al futuro han provocado estados depresivos, ansiedad y estrés en nuestros mayores, intensificando a su vez los problemas de insomnios tan comunes a esas edades.
Por todo ello es importante que con la desescalada nuestros mayores vuelvan a tener cierta actividad física, basada sobre todo en caminar.
Si queremos preservar su salud física y psicoemocional tendremos que ayudarles a volver a salir y relacionarse, por supuesto con medidas de protección (distancia social, mascarillas, higiene de manos) ya que son personas de riesgo y que su sistema inmunológico no es igual que el de personas más jóvenes.
Tener un estilo de vida activo y una dieta sana, más que nunca, es la mejor manera, para nuestros mayores, de recobrar vitalidad, mantenerse sano y hacer frente “a la nueva normalidad”.